Mi Ironman Lanzarote 19

David Sanchez

Entrenador Personal

Comenzaré diciendo que esta no es ni la crónica, ni la historia de un triatleta profesional, ni pretendo darle tintes heroicos o dramáticos. Tampoco un toque técnico hablando de pulsaciones y watios. Esta es la historia de una persona cualquiera que se levanta todas las mañanas con un sueño y eso si, cabezota un rato, decide ir con todas sus fuerzas a buscarlo.

Hace cinco años comencé la andadura del triatlón. Lo hice con más corazón que cabeza en la media distancia, y fue Vitoria, una de mis ciudades favoritas en el mundo, donde sufrí a la par que disfrute. Realmente nunca te sientes preparado para comenzar en un deporte y te invaden las dudas, pero recuerdo que la experiencia me enganchó completamente. Desde entonces he vivido millones de historias siempre con grandes compañeros.

 

     1. Motivación

     Mi motivación al introducirme en el triatlón siempre fue el IRONMAN. Crecí viendo los videos más espectaculares de Hawaii, donde dos rivales eran capaces de entrar a meta completamente exhaustas y a gatas. Soñaba con ello, pero a decir verdad lo veía tan lejano y exigente que no me creí capaz de hacerlo ni tan siquiera un día antes de cruzar la línea de meta de mi primer larga distancia.

    Este momento llegó, de nuevo en Vitoria (ahora entenderéis porque amo esta ciudad). Lo recuerdo como uno de los mejores días de mi vida. Aun puedo sentir los abrazos, las lágrimas y como será mi personalidad, que he olvidado los calambres y dolores insoportables. En esos momentos era un corredor (no demasiado rápido) que luchaba por no hundirse en el agua y pedaleaba hasta terminar los 180 km de bicicleta como un castigo, deseando correr. Termine, feliz y lleno de ilusión, pero sintiendo que el camino era largo y que solo había comenzado.

2. Hamburgo

     Un año más tarde y con muchas más horas de vuelo nos presentamos en el Ironman de Hamburgo. Era mi primer evento de la marca y todo comenzó mal. En el avión nos enteramos que se cancelaba la parte de natación y que competiríamos en el duatlón mas largo del mundo. Sinceramente, pese a que era mi punto más débil, sentí que perdía la esencia y que no sería lo mismo. Sin embargo, no fue así.

     En 2018 planifique mis entrenamientos, me convertí en mi propio entrenador. La complejidad de un plan de triatlón de larga distancia reside en llegar a la competición en la condición óptima en la semana adecuada. Trabajando con mucha más intensidad y volumen, quería mejorar pero no sabía hasta qué punto lo conseguiría. En el camino de preparación trate de demostrarme muchas cosas a mi mismo, no solo como deportista sino entrenador. La prueba fue un salto de fuerza muy grande y sentí que había dado varios pasos hacia delante. Llore más incluso en este segundo IM, por todo lo que me había impuesto a mi mismo y porque cuando trabajas al máximo en algo, siempre sabe a gloria.

3. Empecé a Soñar

     Después de Hamburgo, empecé a soñar. No reconocer que algún día me gustaría ir al mundial IM seria mentir y por muy ambicioso que sean las palabras, creo en el trabajo y la determinación. Sabia que tenia que mejorar en todos los aspectos y capacidades: mental y físico en los tres deportes. Entonces conocí a Juan Carlos, entrenador de natación y creamos un grupo para trabajar semanalmente en todos nuestros puntos débiles en el agua. Rápidamente comenzamos a mejorar, y esa motivación me hizo que trabajara con mayor determinación. Madrugando más y sacando horas donde no las tenía para la bicicleta y la carrera.

     Descubriendo una nueva pasión, súper importante y divertida, la montaña. Nunca olvidando porque hacemos lo que hacemos, el deporte es nuestro hobbie, es nuestra pasión. Tenemos que dejar a un lado en ocasiones todos los parámetros y solo salir a entrenar con amigos y disfrutar.

 

4. Como un niño pequeño

 

     Este último año ha pasado rapidísimo. Ha sido así porque me lo he pasado como un niño pequeño. Entrenando de 10 a 11 veces a la semana con más calidad que nunca pero con mucha ayuda. ¿Quién no querría ir a nadar con un grupo de personas increíbles?, ¿quién no saldría a correr con amigos y personas tan fuertes que te hacen dar tu máximo a las 6.00 am?, ¿quién no querría salir en la bicicleta temprano y llegar a media tarde a casa? Vale, lo admito no ha sido tan bonito, pero he tenido apoyo cada día, rara vez entrenando solo y siempre un: ¿cómo se ha dado? y un beso al llegar a casa, no se puede pedir más.

Por fin llegó Lanzarote.

     Todo el mundo me había hablado de este Ironman desde que comencé a entrenar. Mi idea al apuntarme era crecer en la larga distancia y exponerme a las máximas complicaciones para aprender de ellas y mejorar de cara al futuro, vaya si aprendí.

     El día se presentaba complicado con fuertes vientos pero sería igual para todos. Quería nadar rápido para sentir que todo el trabajo del invierno había merecido la pena y llenarme de moral. Nade en una batalla, pero no me agobie, luche con todas mis fuerzas por demostrarme a mí mismo que había mejorado. Cuando salí del agua había bajado casi 20 minutos mi tiempo en Vitoria, más entero y fuerte sin mareos y sintiendo que me queda mucho por mejorar en el agua. Súper feliz.

     La bicicleta fue un infierno. En estos momentos todavía la recuerdo y me dan escalofríos. Sufrí mucho con el viento lateral y nunca fui cómodo en la cabra. Se que no es solo el desnivel y la climatología, hay que seguir mejorando. Pero siempre hay que mirar el lado bueno de las cosas y en este caso también lo hay. Me conocí mejor y descubrí que puedo tener paciencia y luchar hasta el final. Los últimos parciales de la bicicleta fueron mejores y estoy orgulloso de la persona que hay pilotando en mi mente. Seguiré luchando porque aquí está la clave.

     Quedaba un último paso, la maratón. Normalmente en este punto sentía que todo estaba acabado, que ya era mío. Sin embargo, después de esta bicicleta tenía millones de dudas mientras me colocaba las zapatillas en la t2. Sin embargo, me moría de ganas de salir a correr y ver a mis compañeros de batalla. En este punto y mientras me preparaba, un sin fin de voluntarios me ofrecían crema, agua, comida a la que rechace, solo quería correr.

     La maratón comenzó rapidísima, no podía creer las fuerzas que estaba sintiendo. Adelantaba sin parar y creía mucho en mi. Tras 17 kilómetros el cuerpo empezó a sentir el calor y me di cuenta que no iba a ser tan fácil. Es ahí donde apareció la ayuda de mis supporter dándome alas y toda la fuerza del mundo. Cuando te encuentras en mitad de la tarde después de 10 horas dando todo lo que tienes una palabra de motivación, incitandote a que adelantes un puesto o recordándote todas las personas que te están siguiendo te llena de energía. Hasta el kilómetro 35 mi cuerpo fue cayendo y mi sonrisa se torcía como todo mi cuerpo.

     Entonces llegó el último giro, 5 kilómetros a meta. Una sorpresa, descubrí que dentro de mí quedaba un último chorro de energía, lo aproveche y corriendo impulsado por la mente me vacié como un bote de kétchup.

Llegar a la meta corriendo rápido fue un recuerdo inolvidable…

 

5. Gracias

 

     Dicen que el Ironman es un deporte solitario, en esencia así es, pero sin todos mis amigos nunca habría crecido. Aprovecho para dar las gracias a todos; mi familia, amigos y a la persona que siempre está, mi compañera de vida.

     Nada más terminar la carrera, con el cuerpo lleno de sales, el tritraje empapado, en una mano una coca cola y en la otra un trozo de sandía, con la medalla colgada y varios kilos perdidos…me abrace a ti, me dijiste todo lo que había crecido, mis tiempos, ritmos, puestos y tras llorar te dije…

Tenemos que seguir mejorando…

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